Muy buenas, esta semana hemos viajado, como antes de la pandemia. A Lekeitio, un pueblo de postal a una hora de Bilbao que vivió su momento de esplendor gracias a la pesca de la ballena. Allí vive Miren Agur Meabe, que hace un mes ganó el Premio Nacional de Poesía con el libro Cómo guardar ceniza en el pecho, que, traducido al castellano por la propia autora, acaba de llegar a las librerías de la mano de la editorial Bartleby. Es la primera vez en la historia del galardón que se lo lleva un libro escrito originalmente en lengua vasca. Por eso es nuestra portada. A sus 59 años, Meabe -aviso para no euskaldunes: Agur no es apellido- es uno de los nombres de referencia de la literatura actual en euskera. Y lo dicen las historias de la literatura, no solo los vecinos con los que nos cruzamos en nuestro paseo con ella (incluido el ejército de niños que, merienda en mano, la rodeó en el puerto para contarle que habían leído sus libros de literatura infantil, auténticos superventas). Su padre trabajó en ese puerto. Era pescador y mecánico naval. Pasaba varios meses al año en la mar. Su madre tenía una tienda de tejidos y siempre alentó a su hija para que cultivara sus aficiones. "Ya tendrás tiempo de aprender a coser botones o a limpiar el pescado", le decía. Esa madre es una de las grandes protagonistas de Cómo guardar... Y de la vida: cuando su hija publicó, hace ya dos décadas, El código de la piel, le dijo: "Ay, Miren Agur, este libro tuyo es un poco verde". Dicho con sus palabras, era verdad: aquel poemario abrió muchas puertas y destapó muchos tabúes, empezando por el del cuerpo femenino. Nos lo dijo la propia escritora: "Cuando llevo una copa de más me ufano de haber sido la primera en escribir en euskera la palabra clítoris". De esas cosas hablamos con ella caminando por su pueblo camino de Miramar, su huerta, su refugio. De eso y del paulatino reconocimiento que tienen las escritoras y las literaturas en lengua vasca, gallega y catalana. Todo el mundo dice que la pluralidad lingüística es un regalo, pero en España da a veces la sensación de que no sabemos muy bien qué hacer con él. La crítica de la novela de Carmen Mola (y otros asuntos babilónicos) "¿Se ven distintos los personajes femeninos ahora que sabemos quién es Carmen Mola?". Esto se pregunta Juan Carlos Galindo en su crítica a La bestia, la novela ganadora del Premio Planeta de este año. Su respuesta es que no porque en el relato los personajes parecen importar menos que la tensión argumental. "Todo por la fórmula, todo por el éxito", es el título que Galindo ha puesto a su crítica. Es un buen resumen, pero no dejen de leer el análisis que hace de un libro polémico que ha costado un millón de euros y se vende en ejemplares de 23. Por cierto, si van a una librería comprobarán que Alfaguara -la editorial abandonada por M.O.L.A.- ha lanzado una edición de La novia gitana con aire muy planetario. No hay mejor cuña que la de la misma madera. Guerras comerciales aparte, en este Babelia nuestros críticos también reseñan lo último de Daniel Gascón, Peter Neumann, Íñigo González y Jahel Queralt, Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes, Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote Lerena y Steven Forti. O sea, narrativa de humor, historia de la filosofía y actualidad política. Por su parte, en el repaso a los discos del mes recogemos lo más recientes en todos los estilos: de Tirzah a ÌFÉ, pasando por Lana del Rey, Headie One, Cristian de Moret y Andrew Cyrille Quartet. Para terminar -y sin olvidarnos del polémico centenario de Antonio el Bailarín-, tenemos que reconocer que, por el lado de las exposiciones, esta semana nos ha quedado especialmente científica. En ese ángulo coinciden tanto los artículos de Antonio Muñoz Molina como las visitas de Álex Vicente a la Sala de Turbinas de la Tate Modern o la de Bea Espejo a las varias muestras que coinciden ahora en España con un mismo pretexto: la relación entre arte y ciencia ficción. Hay otros mundos, pero están en los museos (asunto, el de los nuevos museos, del que, por cierto, se ocupa Anatxu Zabalbeascoa en su crítica de arquitectura). La redacción de Babelia también recomienda Dos libros para resucitar. Por Silvia Hernando. Para la resaca de Halloween, dos libros sobre el más allá: El resucitador, de H.P. Lovecraft, un relato sobre los sueños y pesadillas de un médico que descubre que es posible devolver la vitalidad a los muertos, y La comisión para la inmortalización, un ensayo de John Gray entre la religión y la ciencia sobre los intentos muchas veces disparatados y siempre desesperados que la humanidad ha consumado a lo largo de su historia para intentar dar esquinazo a la Parca. Un rescate musical. Por Álex Vicente. New Adventures in Hi-Fi. 25 años después de su publicación, R.E.M. reedita su décimo álbum de estudio en versión remasterizada y surtida de extras. Fue el último que grabó la formación original: poco después, el batería Bill Berry dejaba el grupo tras sufrir un aneurisma, y luego se separaron de Scott Litt, su productor desde los ochenta, para irse con Nigel Godrich, el hombre detrás del sonido de Radiohead, en el maravilloso Up (1998). Acogido de forma desigual en su día, New Adventures in Hi-Fi fue grabado casi íntegramente durante la gira de Monster, otro disco ruidoso e incomprendido tras sus éxitos pop de los noventa. Escuchado hoy, es un disco sombrío y opaco, la banda sonora de una década que se suponía que era feliz pero que, en realidad, era bastante triste. Ahí quedan el riff inicial de 'Bittersweet Me', la voz espectral de Patti Smith en 'E-Bow The Letter' y el cuarto verso de 'Electrolite': "Siglo XX, vete a dormir". Un misterio para la cumbre del clima. Por Guillermo Altares. El despertar de la herejía, de Robert Harris. Coincidiendo con la cumbre del clima de Glasgow (y con una entrevista que le ha hecho Berna González Harbour y que se publicará en breve en cultura), la última novela de Robert Harris, El despertar de la herejía, resulta una lectura especialmente recomendable e inquietante. No es fácil contar de qué va el libro sin desvelar demasiado, pero se podría decir que la aparición de una pieza de plástico en una presunta Edad Media arrastra al lector a una historia imposible de soltar, que tiene como telón de fondo la capacidad de la humanidad para destruirse a sí misma. Una instalación de Ai Wei Wei. Por Berna G. Harbour. El interesantísimo Ai Wei Wei ha dejado literalmente plantado en Oporto un gigantesco árbol de 32 metros que localizó en la Amazonía, de cuyo interior y exterior extrajo moldes con un equipo de un centenar de personas y que reprodujo en acero para hacernos pensar. La madera que estamos destruyendo se hizo acero y el acero se ha hecho eterno en sus manos al convertirse en arte, como nos explican en la Fundación Serralves que lo aloja. Merece el viaje a Oporto. ¿Uno de los discos del año? Por Federico Simón. Sometimes I Might Be Introvert, de Little Simz. El último álbum de Little Simz no solo gustará a los que añoran la elegancia del hip hop inglés de los noventa. La propuesta de la rapera británico-nigeriana Simbiatu Simbi Ajikawo ha convencido también, a base de buen gusto, modernidad y guiños cinematográficos, a los críticos de todo el mundo y todo apunta a que se situará entre los mejores discos de 2021. La cantante, y también actriz (véase la miniserie Top Boy, en Netflix), tras el nombre artístico de Little Simz adelantó en primavera pasada el magnífico tema 'Introvert', que daba pistas sobre sus nuevas derivas musicales. Y este otoño ha cumplido de sobra todas las expectativas con su cuarto disco de estudio, Sometimes I Might Be Introvert (cuyo acrónimo responde al diminutivo de su nombre), una joya con arreglos orquestales que no desmejoran el afilado fraseo de la joven artista londinense de origen yoruba. Muy recomendable. Una carta de amor. Por Javier Rodríguez Marcos. Eso, una carta de amor, es Cuaderno de urgencias (Siruela), el libro que la periodista Tereixa Constenla, corresponsal de EL PAÍS en Lisboa, ha dedicado a su marido, Álex Bolaños, fallecido en 2018. Por sus páginas desfilan el cáncer sin eufemismos, los aciertos y errores de la medicina, el miedo y la esperanza, la risa y el desgarro, el consuelo y la desolación. Y, sobre todo, la pasión de una mujer que recuerda. Expresiones como "amor eterno" y "verdad desnuda" se inventaron para ocasiones como esta. Esto es todo por hoy. Gracias por leernos. Más Babelia, todo Babelia, aquí. 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