Javier Cercas declara la independencia Por Javier Rodríguez Marcos El escritor que pisa todos los charcos. En 2001 un profesor universitario de Girona y novelista semidesconocido publicó un libro que mezclaba realidad y ficción sobre un soldado republicano que perdonaba la vida a un político falangista: Rafael Sánchez Mazas. El escritor se llamaba Javier Cercas y el libro, se convirtió en un fenómeno mundial, se titulaba Soldados de Salamina. 20 años después, Cercas se refugia en la ficción pura y publica una novela policiaca protagonizada por un mosso d'esquadra que investiga un caso de chantaje sexual a la alcaldesa de Barcelona. La novela se titula Independencia y su autor le ha explicado a Carles Geli la razón del título: "Si se conquista el lenguaje, se conquista la realidad y el independentismo catalán lo ha logrado. Las palabras más bonitas se las han hecho suyas: independencia, democracia, libertad…; hay que reconquistar el lenguaje. Esta novela es un retrato demoledor de las élites económicas catalanas que, para sortear la crisis, lanzaron a las calles al pueblo a partir de la utopía disponible; luego se deshicieron de él; pero la cosa se desmadró y ahora están asustados". La charla con Cercas no tiene desperdicio porque el escritor se mete en todos los charcos: desde los celos que su éxito despertó en sus colegas hasta las relaciones entre autores en catalán (la lengua en la que se formó culturalmente) y en castellano (la lengua en la que escribe) pasando por sus razones para volver a Tusquets tras ganar el Planeta, el premio gordo del grupo propietario del sello en el que se consagró y al que ha vuelto después de publicar en Literatura Random House títulos tan emblemáticos como Anatomía de un instante o El impostor. "Soy un escritor nuevo", dice, "porque soy un hombre nuevo". "La acogida de tu novela es floja, porque el boca-oreja no funciona ni entre tus amigos". La frase pertenece a una carta enviada por el editor Jorge Herralde a Rafael Chirbes, que acababa de publicar su segunda novela: En la lucha final. Esa y otras misivas pueden leerse en Los papeles de Herralde, una recopilación de cartas del fundador de Anagrama que presenta el retrato profesional de un lector con un olfato privilegiado (tanto para contratar autores como para rechazarlos) y, a la vez, de un empresario que marca muy de cerca a los periodistas para asegurarse la promoción de sus libros. Así, en 1987 escribe a Pilar Miró, entonces directora de RTVE, para quejarse de que, por primera vez, el fallo del Premio Herralde no ha aparecido en ningún telediario. Tom Wolfe, Richard Ford, Carmen Martín Gaite, Francisco Umbral o Carmen Balcells son algunos de los corresponsales a los que se dirige el editor, que tras contribuir a su lanzamiento como escritores, tuvo que decir adiós a autores como Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ignacio Martínez de Pisón o Belén Gopegui. El libro reproduce solo las cartas de Herralde, pero incluye algunas de escritores extranjeros como Paul Auster, que le escribe para justificar que dejase Anagrama por Seix Barral: "Comprenderás que me resultó muy difícil renunciar a una suma tan elevada de dinero". Y añade. "No debemos dejar que esto se interponga entre nosotros. Tu amistad es esencial para mí y hasta que me metan en el ataúd quiero seguir siendo un miembro de la familia Anagrama". "Cuanto más progresas en la jerarquía social, más blanca te ven los blancos". Esta vez la frase pertenece a la escritora franco-marroquí Leila Slimani, que publica El país de los otros (Cabaret Voltaire), la historia de una mujer francesa que, como la abuela de la escritora, se casa con un marroquí. Con motivo de la traducción de ese libro al castellano, Slimani ha recibido en su casa de París a Álex Vicente, que le pregunta por la "maldición del mestizaje" de la que hablaba un autor de referencia para ella: Édouard Glissant: "Más que el mestizaje, lo maldito es su percepción", responde. "Si un español se casa con una holandesa, nadie dirá que sus hijos son mestizos. Es una palabra que lleva implícita la jerarquía entre las razas. Hay una maldición en la idea de que el ser mestizo siempre representará una extrañeza, una diferencia". Y añade: "Yo creo que nos define más la clase social que la raza. A mí me dicen a menudo que no parezco árabe: cuanto más progresas en la jerarquía social, más blanca te ven los blancos". Filósofos, laberintos y montañas que bailan. Cercas, Herralde y Slimani son tres de los grandes temas de este número de Babelia, pero hay más. Por ejemplo, un repaso a la exposición retrospectiva del pintor Guillermo Pérez Villalta en Madrid -El pintor de laberintos- o la crítica de Marcos Ordóñez a Canto jo i la muntanya balla, el montaje teatral dirigido por Guillem Albà y Joan Arqué sobre la exitosa novela de Irene Solà. También, la lectura que Íñigo Errejón ha hecho del libro póstumo de Erik Olin Wright Cómo ser anticapitalista en el siglo XXI y la aproximación de Juan Arnau a la traducción de la edición definitiva de Proceso y realidad, del filósofo y matemático Alfred North Whitehead, al que Arnau considera más subversivo que Nitetzsche. Finalmente, nuestra sección En Pocas Palabras también incluye un guiño a la filosofía. Como confiesa Rodrigo Muñoz Avia, fue Ser y tiempo, de Martin Heidegger el libro que le hizo novelista. ¿Por qué? Porque le hizo entender que su futuro no estaba en los seminarios de filosofía. |
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