La interpretación (en serio) de los sueños Por Javier Rodríguez Marcos No digas que fue un sueño. ¿Por qué soñamos? ¿Y para qué? ¿Qué significan los sueños? La pandemia de coronavirus y el confinamiento han producido en mucha gente no solo una alteración del sueño sino también de lo soñado. Y la industria editorial ha encontrado un filón en ese universo y le ha puesto nombre: ciencia onírica. En ese filón destaca El oráculo de la noche (Debate),un ensayo firmado por elneurocientífico brasileño Sidarta Ribeiro. El filósofo Juan Arnatu, autor de una Historia de la imaginación, lo ha leído y lo comenta para nosotros en la portada de esta semana. Después de que la vieja Inquisición persiguiera la revelación onírica como fuente de blasfemia y de que el moderno racionalismo la desdeñara como fuente de conocimiento, parece llegado el momento de reconocer que los sueños constituyen no solo una realidad en sí misma -y no un residuo de la realidad insomne- sino también que tienen un papel fundamental en la fijación de la memoria y, lo más importante, que pueden tenerlo en la curación de algunas enfermedades mentales como la neurosis y la psicosis. Al libro de Ribeiro se le unen otros como la antología Poder del sueño (Atalanta), de Roger Caillois; los diarios nocturnos de escritores como Vladimir Nabokov, Graham Greene, Rodolfo Fogwill o Inka Martí y ensayos como El mundo bajo los párpados, de Jacobo Siruela; Por qué dormimos, de Matthew Walker, o ¿Por qué no podemos dormir?, de Darian Leader. El boom latinoamericano visto desde Alemania (y España). Dos de los editores europeos que más de cerca han tratado a los autores del boom se ven las caras para hablar de ellos. Son el español Juan Cruz y la alemana Michi Strausfeld. El pretexto es la publicación a cargo de esta última de Mariposas amarillas y los señores dictadores, las memorias editoriales de alguien que tuvo trato de amistad con Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti o Mario Vargas Llosa pero que ha querido volver también su mirada a nombres más recientes como Héctor Abad Faciolince o Nona Fernández. Sin olvidarse de grandes olvidadas como Elena Garro o Rosario Castellanos. Si usted creía saberlo todo sobre el famoso -y a veces fatigoso- boom, es que no sabía tanto. La consagración de Kiko Amat. Una de las grandes satisfacciones de alguien que se dedica a la crítica literaria tiene lugar cuando asiste al momento en que se da cuenta de que tiene en las manos una obra mayor. Esa es la sensación que ha tenido Ana Rodríguez Fischer al leer Revancha, la nueva novela de Kiko Amat, publicada esta semana por Anagrama. Además de ser un perfecto mecanismo de relojería narrativa poblada de personajes inolvidables, la obra de Amat es ya, según Rodríguez Fischer, uno de los libros fundamentales sobre la otra Barcelona: no la del diseño y los Juegos Olímpicos sino la de los ultras del Barça y los barrios periféricos; no "la mejor tienda del mundo" sino su oscura trastienda. Cuando hagan listas sobre la gran novela sobre Barcelona (incluido el libro de cuentos de Sergi Pàmies que lleva ese título), no se olviden de esta. Es nuestro libro de la semana. El Niño de Elche va a misa. "La distancia entre el Niño de Elche y una misa", así titula Carlos García Simón su comentario crítico -por momentos, muy crítico- sobre el nuevo disco de Niño de Elche, titulado La distancia entre el barro y la electrónica. Siete diferencias valdelomarianas. El adjetivo de las diferencias se refiere, claro, a José Val del Omar, cuya espiritualidad católica se ha tomado completamente en serio el cantaor alicantino tanto en ese trabajo como en la instalación sonora que le dedicó en el Museo Reina Sofía. Y esa seriedad es, según García Simón, una de sus grandes audacias en tiempos de ironía, pero también, uno de sus grandes defectos. Como dice la fórmula publicitaria, la crítica no dejará a nadie indiferente. Como el propio Niño de Elche. Gil de Biedma va al infierno (o al Instituto Cervantes). Además de la crónica habitual de Antonio Muñoz Molina -esta vez sobre series de televisión facturadas en Escandinavia-, nuestras páginas de opinión incluyen esta semana un artículo de Jordi Gracia sobre la polémica en torno a Gil de Biedma. Como recordarán, los familiares del poeta barcelonés depositaron parte de su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes y al momento se desató la tempestad en torno a la oportunidad que el Estado celebre a un gran poeta que, en uno de sus diarios póstumos, reconoció sus tratos sexuales con menores. En su tribuna, Gracia aporta sus matices a una discusión en la que no cabe la brocha gorda. Y que, seguro, no termina aquí. |
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